El Uruguay fue colonizado por los españoles, por lo cual la religión predominante y exclusiva durante la época de la Colonia fue la católica. Junto a la importante labor misionera desarrollada por franciscanos y jesuitas en el norte del país, formando comunidades de guaranaes, la Iglesia católica cumplió una destacada función a la hora de impartir enseñanza o atender enfermos.
Durante la revolución independentista algunos sacerdotes con formación intelectual, como Dámaso Antonio Larrañaga, José Benito Lamas o Manuel Pérez Castellano, acompañaron al ejercito artigüista. En 1870, bajo el gobierno del general Lorenzo Latorre, la Iglesia católica uruguaya adquirió categoría de episcopado. Desde la segunda mitad del siglo XIX se produjo un intenso proceso de secularización, en el que colaboraron grupos masónicos llegados de Europa e imbuidos de un fuerte anticlericalismo.
Los jalones mas importante de este largo proceso fueron: la secularización de los cementerios (1861), la reforma escolar que consagro la laicidad de la enseñanza publica (1876), la creación del Registro Civil y la obligatoriedad de inscribir los nacimientos antes del bautismo (1879), la obligatoriedad del matrimonio civil previo al religioso (1885), la supresión de las imágenes religiosas en los hospitales (1905), la ley de divorcio (1910) y la separación de la Iglesia y el Estado (1917).
En 1885 se había fundado el Circulo Católico de Obreros. En 1911 nació el partido político Unión Cívica y en 1935 la Acción Católica, que se proponga recuperar el credo católico. En este sentido fue decisiva la acción de intelectuales creyentes como Juan Luis Zorrilla de San Martín y Francisco Bauza. La Constitución de 1917 consagro la separación entre la Iglesia y el Estado, pero a partir de ese momento disminuyo el anticlericalismo que había caracterizado a la sociedad uruguaya en la segunda mitad del siglo XIX.
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