El Plebiscito de Cerro Chato nos singularizó en América por cuanto, más allá de la motivación y el propósito que movilizó a sus promotores, se pusieron en juego los mecanismos institucionales en función a las más caras tradiciones del país, dando los ciudadanos una auténtica lección de mutua tolerancia, de real y profunda voluntad de convivencia. Pero además, tuvo una especial significación, ya que el derecho del voto fe¬menino fue ejercido en dicha instancia, por primera vez en Uruguay y en Sudamérica. Aquellos vecinos nos dejaron un ejemplo. Que el pasado se ponga a favor del futuro.
El pasado 3 de julio se cumplieron 78 años de la realización de un plebiscito en la localidad de Cerro Chato, median te el cual se aspiraba conocer la opinión popular sobre el porcentaje de vecinos, que quería anexar dicha localidad en su totalidad al departamento de Durazno, culminando así una extensa y azarosa campaña electoral donde las mujeres de Durazno y Treinta y Tres se vieron duramente enfrentadas. Como dato sig¬nificativo fue en esta instancia electoral donde por primera vez votó la mujer en Sudamérica.
Cerro Chato se encuentra ubicado en la 13a sección de Durazno, y en la zona se dan la mano Florida, Treinta y Tres y Durazno. Se trata de una particular situación que determina que en un pequeño territorio, los servicios se repitan. Funcionan tres seccionales policiales, tres Juzgados y tres Juntas Locales, cada una con competencia sobre el área que le corresponde del pueblo. Es normal que se planteen algunos inconvenientes, por cuanto una calle comienza en Durazno, cruza por la zona de Treinta y Tres, pasa por Florida, bien pudiendo terminar en el departamento donde se inició. La zona de Durazno tiene una ventaja por cuanto se encuentra el hospital que tiene carácter regional y cuya construcción resultó de la generosidad de don Francisco Crossa y su funcionamiento en su momento ejemplo del país, de la mano del recordado doctor Ceibal Artigas.
El plebicito de Cerro Chato para el voto femenino
En la localidad de Cerro Chato nace tímidamente el río Yí en una pequeña cañada ubicada en un monte de eucaliptos para luego comenzar su extensa carrera de 217 kilómetros hasta llegar al río Negro. Precisamente el Yí tiene características muy particulares por sus playas y sus montes naturales y por la fiereza de sus crecidas. Todos estos elementos despertaron un especial embrujo en el curioso viajero e investigador Guillermo Enrique Hudson quien cita al Yí en su conocida publicación "La Tierra Purpúrea".
Cerro Chato descansa sobre la Cuchilla Grande donde se une con la del Comercio. Fue atalaya para los viajeros del Al-bardón desde mediados del siglo XIX y escribe los trazos iníciales de su historia entre troperos, postillones, diligencias y caudillos.
Alberga una riquísima historia por cuanto por allí cruzaba el camino que formaron los jesuítas y los indios misioneros sobre fines del siglo XVII, en sus marchas hacia las denominadas "Vaquerías del Mar". Dice la historia que la zona era famosa por las fiestas criollas que se extendían durante varios días con "pencas", taba, naipe y generosas porciones de "caña blanca". La cercanía con la frontera brasileña desde siempre se ha hecho sentir, tanto por el abastecimiento de bebidas y comestibles, como por la presencia en viejos tiempos, de hacendados riograndenses que llegaban atraídos por las grandes ferias de ganados, motivando un movimiento muy particular.